Existen varias razones para que una persona decida entrar en la Guardia Civil. Por un lado no extraña, dada la nobleza del cuerpo, que sea por interés personal. Pero también porque se trata de un trabajo estable, con un sueldo que si se compara con otros es razonablemente bueno, es un trabajo que entraña cierto riesgo desde luego pero que sin embargo es más seguro, pongamos por ejemplo, que conducir un automóvil, si viene al caso, al menos eso se desprende de las estadísticas de siniestralidad.

Desde 1984, venimos formando a futuros Guardias Civiles con entusiasmo. Nuestro fundador, Marcelino Pinto, era a la sazón capitán, destinado en los servicios jurídicos. Un cuerpo que con tanto personal requiere una rotación anual considerable, que puede variar pero que lo normal es que se requieran unos dos a tres mil efectivos nuevos cada año, y que por ende tiene salidas profesionales muy variadas: Reserva y Seguridad (incluye Caballería), Protección de la Naturaleza (SERPRONA), Servicio Aéreo (vigilancia, rescate y evacuación), Unidad Especial de Intervención (antes GEOS), Explosivos y Defensa NRBQ, Seguridad Ciudadana (poblaciones y eventos), Servicio Fiscal (costas, fronteras y aduanas, y en contrabando y drogas), Servicio de Montaña (rescates e incomunicación), Servicio Cinológico (perros), Servicio Marítimo (patrullaje del mar y fondos de mar, ríos y pantanos), Servicio de Policía Judicial (y científica) y Tráfico.

Con semejante abanico de posibilidades, es normal que cualquier joven vea su futuro más claro.